Este fin de semana pasado me terminé de leer UNA SEGUNDA OPORTUNIDAD, de Jane Green, un libro que me compré un día sin pensar y sin echarle un vistazo previo. Sólo vi la portada y automáticamente lo cogí.

Seguramente, si me hubiera parado a leer el resumen en la parte trasera del libro, lo habría dejado en la estantería y habría buscado otro (salir de la FNAC con las manos vacías es impensable, claro). Porque el resumen de la contraportada es de lo más insulso que me he encontrado en bastante tiempo...
Un grupo de amigos sentados alrededor de los restos de una cena. Botellas vacías se apilan junto a los recuerdos y las noticias. Tienen treinta y tantos años, no se han visto desde hace mucho y les gustaría haberse reencontrado por un motivo más feliz que el que los reúne: su amigo Tom ha fallecido y ellos están en torno a él para recordarlo y rendirle así homenaje.

Sus vidas han cambiado desde que se encontraron por última vez. Paul está felizmente casado con Anna, pero no han podido realizar su deseo de tener niños. Saffron ha alcanzado su sueño de ser actriz y mantiene en secreto su relación amorosa con un conocidísimo actor. Por su parte, Olivia, la más tímida de la pandilla, se ha volcado en los animales del refugio que dirige, después de que su novio de toda la vida la abandonara. Por último, Holly está casada con el hombre perfecto, tiene dos hijos perfectos, vive en la casa perfecta... ¿o acaso no es así?
Esa última pregunta no puede ser más retórica. Si así fuera, no tendría un libro entre las manos...

En fin, al lío. Este grupo de personas (Paul, Tom, Holly, Saffron y Olivia) son amigos desde el instituto. Desde entonces, cada uno ha ido por un camino distinto; el único que ha mantenido el contacto con los demás es Tom. En un atentado en Estados Unidos, Tom muere, y se lo traen a Inglaterra para enterrarlo. Ése es el motivo de que los otros cuatro se reencuentren.

Y de repente, ¡voilà! Resulta que cuatro personas que no se ven desde hace casi 20 años, vuelven a ser amiguísimos sólo porque tienen un amigo en común que han fallecido. Cosa que me rechina un poco porque a mí, que también soy tengo treinta y tantos (el tantos es sólo UNO, que conste) como ellos, me cuesta acordarme del nombre de más de tres de mis amigas del instituto... Pero bueno, será que en el libro me describen la amistad verdadera.

En realidad, no sé si describen la amistad verdadera, pero sí me describen cientos y miles de los sentimientos de Holly, Olivia, Saffron y Paul. Ya he dicho alguna vez que las descripiciones de sentimientos unidos a poca acción me aburren soberanamente: pues éste ha sido el caso. La historia apenas ha tenido acción, pero sí una amplia incursión en los sentimientos sobre todo de Holly, quien, como es fácil adivinar a estas alturas, NO tiene una vida perfecta (hablando de la pregunta retórica) y se pregunta si realmente debería seguir con su marido Marcus, que es un pedante por no decir gilipollas, mientras tontea con el hermano de su amigo fallecido.

En fin, entre las soporíferas páginas sobre sentimientos y más sentimientos (¿cómo se pueden tener TANTOS sentimientos?), la poca acción, los diálogos místicos y profundos que no hay quien se los crea, y el escaso interés que me ha producido esta historia en general hace que no recomiende este libro por las razones antes descritas. Vamos, no se lo recomiendo a los que tengan gustos literarios parecidos a los míos, pero habrá quien encuentre interesante tanta inmersión en los sentimientos humanos...

Resumiendo: la trama -o sea: la acción- es escasa, y la que hay es muy previsible, apenas hay dinamismo, no hay humor... pero sí un amplio análisis del estado sentimental de los protagonistas, en particular Holly. Un libro también prescindible (qué racha llevo últimamente), que no merece más.
He tardado prácticamente un mes en terminar de leerme LOVE TRAINER, de Julia Llewellyn. Que haya tardado ese tiempo en leer 435 páginas de un libro de bolsillo ya habla por sí solo, pero aún así, voy a hablar (escribir) yo sobre esta historia.

Pero primero, ¿qué dice la contraportada?
A Katie Wallace le rompieron una vez el corazón y no va a permitir que le suceda más veces. Y, es más, no puede resistirse a consolar un corazón herido de cualquier otra mujer, empezando por el de su jefa Rebecca. Convencida de que los hombres sin amaestrar son como cachorros traviesos -creen que se saldrán con la suya mirándote tiernamente a los ojos; se escapan y suplican, arañando la puerta, que les dejes entrar; gimen cuando dices no...- y tras descubrir un oculto talento para el consejo, Katie se convierte en una profesional que ofrece un servicio único: es una entrenadora personal en el amor, capaz de responder a preguntas como ¿debería llamarle aunque no me haya llamado? Cuando vuelve borracho a las tantas y quiere..., ¿digo sí o no? ¿Se merece todo este esfuerzo incluso si no estoy segura de querer casarme con él? Pero, de verdad, ¿es posible enseñar a un hombre a comportarse de la misma manera que se enseña a un... perro?

Julia Llewellyn relata en su novela con brío y frescura cómo encarar las relaciones sentimentales. Con mucho humor, este libro dice verdades como puños, aquello que tu mejor amiga nunca ha tenido el coraje de decirte a la cara. Un libro divertidísimo y sabio sobre las relaciones de pareja.
Dejando de lado que si una cotraportada ya dice que el propio libro es divertidísimo es porque no lo va a ser, veamos qué pasa en realidad entre las páginas...

Tenemos a Katie, una chica que sabe muy bien cómo tratar a un hombre, al menos en teoría, aunque todo su conocimiento no lo aplicó con Paul y salió escaldada. Desde entonces, ella controla su vida sentimental, incluido Crispin, un bendito que la trata como una reina. Está tan segura de que su método (comparar a los hombres con perros, un poco insultante), que se dedica a dar consejos sobre relaciones a Rebecca -su jefa- y a sus tres amigas. Las cuatro son un caso clínico: una saliendo con un idiota que sólo la quiere para el sexo, otra colgada de un hombre casado, otra con un hombre demasiado malo y otra con un hombre demasiado bueno.

Los consejos de Katie, que no dejan de ser la lógica hecha verbo, los aprovecha Rebecca para lanzarla al mundo editorial, proporcionándole a Katie una columna, ya que a Rebecca sus pautas le han ido muy bien. Katie continúa analizando las relaciones de Rebecca y sus amigas, dando consejos que ella misma no siguió en su día, cosa que le pasará factura, claro: eso se sabe práctimente desde el minuto uno.

En realidad, me resulta complicado hacer un resumen de la historia porque, aunque no es excesivamente enrevesada, sí que está un poco diluida. Parece ser que la protagonista es Katie, pero los demás secundarios (Rebecca, Ben, Ally, Suzy, Jenny...) están tan metidos en la trama que casi todos tienen mucho peso. Además, todas las historias completas de estos personajes se van desarrollando a la vez, por lo que no es sencillo de explicar en pocas palabras.

Digamos que la narración tiene varios ejemplos de parejas tipo (las malas, no hay ningua ideal), que todos sabemos que no deben estar juntas. En este libro no se desvela nada que no sepamos, simplemente nos recuerda que hay uniones claramente perjudiciales pero que son habituales, y ya está. El único consejo es que se aplique el sentido común, nada más.

No puedo decir nada más positivo de la historia -pero sí voy a aclarar que a mí no me ha parecido divertida por mucho que me lo prometiera la contraportada-, aunque tampoco voy a calificarla de tostón supremo, pero sí que afirmaré que es un libro del montón (más que del montón: del montonuzo, que es peor) que no tiene mayor interés.