Durante las vacaciones he ido leyendo este libro, poquito a poco. CAMBIO MI VIDA POR LA TUYA, de Jane Green. Lo que se encuentra entre las páginas del libro es lo que cuenta la contraportada.
¿Verdad que siempre soñamos con lo que no tenemos? La soltera independiente sueña con el marido ideal y con hijos monísimos y encantadores. La madre de niños pequeños añora la independencia y libertad de su amiga soltera: ¡lo que daría por tener un fin de semana íntegramente para ella! Levantarse muy tarde, ir de compras (sin niños), de copas (con amigos), lo que sea... ¡pero sin la familia! Ahora bien, si pudieras intercambiar tu vida con otra durante unas semanas, ¿lo harías?

Vicky Townsley, directora de una revista femenina, quiere probarlo y escribir un artículo sobre su experiencia. Se instalará en Connecticut en una casa con niños y marido (muy guapo), y la propietaria de tantas maravillas -pero cansada de ser ama de casa y con muchas ganas de libertad- se irá a Londres para ocupar su lugar en la revista.

Ambas no van a tardar en descubrir algo: que nada es tan maravilloso como se imaginan...
La idea está muy bien y me atrajo bastante cuando leí esto en la librería, antes de decidirme a llevarme el libro. Lo malo (bueno, no es que sea malo: el inconveniente) es que empecé a leer y el intercambio en sí, que debería ser el punto de partida del resto de la historia, sucede bien pasada la mitad del libro.

La primera mitad nos presenta a Vicky y Amber, las mujeres que van a intercambiarse: cómo son sus vidas y, en consecuencia, lo que echan de menos y lo que buscan prestándose al intercambio. Vicky, aunque es redactora jefe de una revista femenina, tiene una vida menos glamourosa de lo que yo esperaba (me imaginaba una especie de Sarah Glattstein-Franco pero más joven), y la tal Amber es una mujer desesperada en toda regla (de hecho, se hace esa misma mención a lo largo del libro), que por la descripción que dan de su vida, no sé de qué se queja...

En definitiva, la historia es simple: no nos conformamos con lo que tenemos, nunca. Si tenemos A, queremos B, y cuando consigamos B querremos C y así hasta el final del abecedario y vuelta a empezar. Ésa es la base de toda la historia, y después hay más y más tópicos que realmente son ciertos. Como que no sabemos lo que tenemos hasta que lo perdemos. O que debemos cuidar lo que deseamos, no sea que se haga realidad.

¿Si me ha gustado el libro? No está mal. No ahonda demasiado en el tema (se podría haber sacado una reflexión mayor, creo yo), porque empieza con el intercambio demasiado tarde, pero no ha quedado mal y no deja mal sabor de boca.
El fin de semana pasado terminé la segunda entrega de la saga Millenium, cuyo parco (nótese la ironía) título es LA CHICA QUE SOÑABA CON UNA CERILLA Y UN BIDÓN DE GASOLINA, del fallecido Stieg Larsson (dudo mucho que a estas alturas de la vida el autor de esta saga no se conozca).

En el anterior libro Lisbeth se descubrió a sí misma bastante colada por Mikael, quien, sin quererlo y merced a su relación con Erika (que cada vez entiendo menos), le rompe el corazón. Desde aquí empieza la segunda parte de la historia.

La contraportada pone en antecedentes:
Lisbeth Salander se ha tomado un tiempo: necesita apartarse del foco de atención y salir de Estocolmo. Trata de seguir una férrea disciplina y no contestar a las llamadas ni a los mensajes de Mikael, que no entiende por qué ha desaparecido de su vida sin dar ningún tipo de explicación. Lisbeth se cura las heridas de amor en soledad, aunque intente distraer el desencanto con el estudio de las Matemáticas y ciertos placeres en una playa del Caribe.

¿Y Mikael? El gran héroe vive buenos momentos en Millennium, con las finanzas de la revista saneadas y el reconocimiento profesional por parte de colegas. Ahora tiene entre manos un reportaje apasionante sobre el tráfico y la prostitución de mujeres procedentes del Este que le han propuesto Dag Svensson, periodista de investigación, y su mujer, la criminóloga e investigadorea de género Mia Bergman.

Las vidas de los dos protagonistas parecen haberse separado por completo, pero entretanto... Una muchacha, atada a una cama, soporta un día tras otro las horribles visitas de un ser despreciable y, sin decir palabra, sueña con una cerilla y un bidón de gasolina, con la forma de provocar el fuego que acabe con todo.
Lo cierto es que no cogí esta segunda parte con la ansia que preveía cuando me picó el gusanillo de leer la saga, puesto que con el otro libro me aburrí bastante. Al menos, este tiene un desarrollo bastante constante: no he tenido que esperar a la segunda mitad del libro para ver un poco de acción.

Pero aún así, aunque esta segunda parte ha sido mejor que la primera, me que quedado un poco asín. No me ha impactado, no me ha dejado sin respiración, nada. Me ha dejado un tanto indiferente, ésa es la verdad. ¿Me ha gustado? Sí, pero un sí con poco entusiasmo. La frase que me sale al describirlo es: no está mal.

Sigue teniendo detalles superficiales y absurdos pero en menor medida a la hora de describir las situaciones, pero he notado una considerable mejora. No entiendo muy bien a qué venía toda esa paranoia de las Matemáticas y el teorema de Fermat. Y he decidido que si algún día me voy a Suecia a vivir, pondré una fábrica de pan de molde, porque me quedo con la sensación de que allí sólo se subsiste a base de café y sándwiches.

La verdad es que no puedo aportar demasiado porque, como digo, no es que me haya entusiasmado esta historia. Como había visto la película de la primera parte, algunos detalles del desenlace no me vinieron de sorpresa, aunque la revelación en la página 648 sí, la verdad. Pero sólo eso. El final me ha parecido una paja mental en toda regla... No sabría explicar exactamente por qué no estoy sin respiración como casi todo el mundo que ha leído este libro, pero es así.

Pero eso sí, pienso acabarme la trilogía. Ea.
Alucino. Hace pocos días que empecé ¿TE ACUERDAS DE MÍ?, de Sophie Kinsella y ya me lo he terminado. Lo he cogido con ansia. De hecho, me lo compré el día después que me enteré que ya había salido en España (hasta me planteé comprármelo en inglés y todo). Me ha merecido la pena.

Esto dice la contraportada que pasa:
¿Y si un día abrieras los ojos y, de repente, tu vida fuese perfecta? Por increíble que parezca, a Lexi Smart ese sueño se le ha hecho realidad. Tenía un trabajo mal pagado, los dientes torcidos y una vida sentimental desastrosa cuando, una mañana, se despierta en una cama de hospital y descubre que su espléndida dentadura deslumbra como en un anuncio de dentífrico, sus uñas presentan una manicura inmejorable, y su ropa y complementos son los de una mujer muy rica. Y, por si fuera poco, está casada... ¡¡¡con un desconocido!!! Superada la gran sorpresa, Lexi se propone disfrutar de su nuevo yo, con lo cual podrá comprobar de primera mano las ventajas e inconvenientes que puede acarrear una inesperada vida perfecta.
Sí, puede que el argumento no sea muy realista que digamos. Pero me lo he pasado bomba leyendo, tanto, que me lo he devorado en nada de tiempo. Me parece increíble que me gusten tanto los libros de Sophie Kinsella (bueno, la mayoría, tuvo un par de tropiezos pero se los perdono por todo lo que me hace reír), y luego los de Madeleine Wickham me parezcan literatura barata. ¿Qué le pasa a esta mujer, sólo sabe escribir cuando se pone el seudónimo? No me lo explico...

Pero bueno, a lo que iba. La historia de Lexi es sencilla: se da un golpe en la cabeza y desaparecen los últimos años de su vida, precisamente esos años en los que se transformó completamente hasta convertirse en la persona que es ahora, alguien irreconocible (y no sólo en el espejo). Más sexy. Más rica. Más... Más... Más cosas que ella va averiguando a la vez que quien sigue su historia. Lexi está en una nube, y la pregunta es: ¿se vuelve más mullida o menos espesa?

Como me ha gustado tanto porque me he reído un montón con la manera de presentar la historia, no voy a contar nada más. Esta vez sí que recomiendo este libro, es una lectura de verano de verdad.